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La prevención de riesgos laborales adaptada a los cambios y basada en la evidencia científica

17/12/2013

Carlos Ruíz-Frutos

Director Master Universitario de Prevención de Riesgos Laborales. Universidad de Huelva

Un mundo cambiante como el actual exige que el sistema preventivo tenga la necesaria flexibilidad para incorporar los conocimientos que surgen de la investigación y que ésta a su vez de respuesta a las necesidades reales de información, priorizando lo realmente esencial, no existiendo unanimidad sobre la metodología más idónea para identificar las prioridades de investigación.

Son muchos los documentos elaborados para identificar prioridades de investigación en salud laboral (España, Europea, EEUU) siendo frecuente el uso de técnicas de consenso, como el Delphi, para que los profesionales implicados compartan su experiencia y concluyan aquellos aspectos más relevantes dignos de estudio. El Proyecto NORA (National Occupational Research Agenda), en los EEUU, introduce un modelo más participativo..

Se ha demandado un aumento de presupuesto para la financiación de las convocatorias públicas y de una mayor implicación de las empresas privadas pero, siendo esto cierto, tal vez lo más eficiente sería coordinar las políticas, creando redes que faciliten la colaboración entre todos los grupos de investigación implicados, así como potenciar los grupos estables, que garanticen la continuidad de los proyectos. El mundo científico sabe que la diseminación de múltiples proyectos de corta duración y pequeño presupuesto se traduce en resultados de escasa utilidad práctica. 

Las evaluaciones unidireccionales causa efecto no traducen la realidad de las condiciones de trabajo, por existir otros factores que interactúan con ellos. Por ello, no deberíamos limitarnos a estudiar los riesgos uno a uno y en “situaciones asépticas de laboratorio”, sino las mezclas de productos, en la combinación y circunstancias que normalmente se usan. En este último caso se dificulta saber el porcentaje de responsabilidad de cada uno de los componentes en el posible efecto para la salud, pero la primera alternativa se aleja mucho de la exposición real a la que están expuestos los trabajadores. La priorización de la investigación por sector productivo o colectivo de trabajadores, como hace  NORA, puede ser otra buena alternativa.

Entre las prioridades se identifican las nanopartículas o los trastornos musculoesqueléticos, entre otros, pero como muy bien indica la Agencia Europea, no debemos obviar los derivados del propio Sistema Preventivo Laboral, por cuanto en sí mismo es un determinante importante de la salud laboral. Uno de los aspectos que debería ser objeto de investigación es el porcentaje de trabajadores sin cobertura (autónomos que no se aseguran) o con gran dificultad para acceder (trabajo en domicilio o microempresas) en la búsqueda de modelos preventivos que los tengan en cuenta.
 
La prevención de riesgos laborales debe sustentarse en la mejor evidencia científica actual y la normativa que lo regula no puede ir siempre por detrás de la realidad científica o sociolaboral. Para ello, la normativa debería incluir respuestas ante situaciones nuevas pero que pueden preverse. La participación de los agentes sociales y el consenso son imprescindibles pero no suficientes porque en la elaboración de las leyes deben intervenir expertos en las diferentes ramas  de la prevención de riesgos laborales y no solo expertos en legislación, por ser los primeros los que pueden estar en conocimiento de la mejor evidencia científica.

En este contexto es en el que debemos saber si la oferta formativa de los futuros profesionales que deben velar por los riesgos en el trabajo es la adecuada.. Debemos prepararles para que puedan afrontar unos riesgos que no sabemos los que serán. Deberán tener habilidades suficientes para buscar las soluciones más idóneas en circunstancias difícilmente previsibles. No pueden aprender técnicas cerradas sino buscar la solución más idónea en cada momento, y esto no es improvisación sino aprender destrezas para ello, entre las que es fundamental la realización de búsquedas de la mejor evidencia científica disponible, adecuadas al tiempo de que disponen. Complementariamente, la formación de los futuros investigadores, mediante programas de doctorado específicos, y la incorporación en grupos de investigación estables y acreditados, garantizaría unos resultados creíbles por el mundo científico y su divulgación en revistas de prestigio, no siendo óbice para complementar dicha información en portales accesibles (Internet) a todos los presuntos interesados y en un lenguaje comprensible para la mayoría.

La investigación en prevención de riesgos laborales será útil en la medida en que sus resultados sean incorporados en la práctica diaria por todos los profesionales, Administraciones, empresarios y trabajadores. Pero esto exige que la investigación de respuestas a la problemática de las condiciones de trabajo (investigación básica y aplicada), que se forme a los profesionales para incorporar en su práctica la evidencia científica, que existan investigadores bien formados (doctorado) y que la información sea accesible a todos y de fácil comprensión. La estructura preventiva debe cubrir a todos los colectivos de trabajadores sin exclusión, y la normativa debe estar actualizada técnicamente, incorporando la evidencia científica. Aumentar los recursos destinados a la investigación si, pero asumiendo que estos son escasos y, por tanto, deben gastarse de la manera más eficiente.


Ver editorial original en: www.prevencionintegral.com