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Las tendencias económicas, sociales y tecnológicas que caracterizan los inicios del nuevo milenio obligan a los formadores y a sus instituciones a reformar desde sus raíces el concepto de formación para ser capaces de satisfacer la demanda de existente en el mercado, y hacerlo de la manera más efectiva y oportuna de acuerdo con los requisitos de calidad y cantidad impuestos por los distintos sectores económicos y sociales.
La orientación de las instituciones de formación hacia la demanda pasa por aumentar las oportunidades de acceso a la formación mediante estructuras flexibles que permitan seleccionar itinerarios curriculares en función de los intereses profesionales y productivos, y proveer una oferta formativa que utilice una variedad de metodologías y tecnologías innovadoras que faciliten la compatibilización entre las actividades profesionales, sociales e individuales.
A medida que las tecnologías de la información y comunicación cobran protagonismo en los procesos educativos, los roles de alumnos y profesores evolucionan requiriendo nuevas competencias. Esta evolución viene determinada, en gran medida, por las posibilidades de exploración e interacción que Internet ofrece, favoreciendo el cambio de paradigma: del aprendizaje centrado en el profesor al aprendizaje centrado en el alumno. Este cambio de actitud –pasar de casi observador a actor- exige un cambio en las competencias del alumno: capacidad de planificación y organización del tiempo de estudio, actitud activa, voluntad de participar y compartir, constancia, automotivación, habilidad en la comunicación escrita y en la búsqueda del feedback del profesor y de los compañeros, soltura en el uso de recursos tecnológicos, etc. El profesor, por su parte, pasa de transmisor directo del conocimiento a guía, líder del proceso formativo y facilitador de dinámicas de grupo.
Este campus tiene como objetivo facilitar el acceso a la formación en prevención de riesgos laborales y áreas afines, proporcionando contenidos y metodologías adaptados al contexto socio-económico actual, fomentando tanto el desarrollo de las competencias curriculares específicas del ámbito de la prevención como el desarrollo de las competencias genéricas requeridas para un desempeño adecuado de las personas en la era de la sociedad de la información.