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Cómo blanquear dinero sin acabar en la cárcel

27/02/2014

Cada año los bancos centrales de todo el mundo retiran y reemplazan una enorme cantidad de papel moneda considerados no aptos para circular. Algunos billetes están dañados, pero la mayoría están simplemente sucios . El resultado es la impresión de casi 150 mil millones de billetes de repuesto a un coste de casi diez mil millones de dólares. Además está el problema de destruir los billetes retirados, cuyo peso global es de alrededor de 150.000 toneladas , de una manera que sea segura y respetuosa con el medio ambiente.  Es todo un problema que  una nueva técnica para la limpieza del dinero pronto podría hacer desaparecer.

La principal razón de que los billetes se ensucien es que se impregnan de una sustancia aceitosa llamada sebo que segrega la piel humana. La suciedad no solo es desagradable, sino que el sebo se oxida y se vuelve marrón, por lo que los billetes reflejan menos la luz, dificultando que las máquinas que manejan y cuentan los billetes los reconozcan.

En principio, el sebo se puede eliminar con disolventes, pero la mayoría de ellos dañan las características de seguridad de los billetes, tales como hologramas y tintas magnéticas y fluorescentes especiales. Por ello, es más fácil simplemente retirar los billetes que están demasiado sucios.

Pero Nabil Lawandy y Andrei Smuk, de Spectra Systems, una empresa de Rhode Island (USA), pensaron que con el disolvente adecuado se podría resolver el problema. El disolvente en cuestión es el dióxido de carbono (anhídrido carbónico) supercrítico, un estado inusual de la materia que, para el anhídrido carbónico se alcanza a presiones superiores a 100 atmósferas y temperaturas algo superiores a la ambiente (ver gráfico). Los fluidos supercríticos tienen propiedades a mitad de camino entre líquidos y gases.

La mayoría de los productos de limpieza son agresivos para los billetes, pero el dióxido de carbono supercrítico no les afecta, como demostraron los experimentos de Lawandy y Smuk, que sumergieron billetes cuidadosamente ensuciados en dióxido de carbono a 60 ° C y a una presión de 340 atmósferas, unas condiciones en las es supercrítico.

El resultado fue que los billetes recuperaron sus características originales, reflejando la luz casi tan bien como los nuevos sin afectar a las funciones de seguridad. Aunque el procedimiento aún es experimental, podría desarrollarse industrialmente relativamente aprisa.

Fuente: The Economist

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