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    Diseño para todos: accesibilidad
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    Ergonomía de oficinas
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Prevención y salud laboral en la comunidad universitaria

29/06/2015

Jaime Marañón

Universidad de Sevilla, España

La tensión laboral (TL) es un estado cognitivo y energético del ser humano, asociado a la realización de continuas o futuras tareas laborales, que produce la experiencia de “sentirse presionado” (Roe y Zijltra, 2000).

La vivencia de tensión laboral puede suponer una etapa previa en el desarrollo de estrés laboral (Roe y Zijltra, 2000)[1]. Además, se ha relacionado con la manifestación de alteraciones psicofisiológicas, fruto de la exposición a ciertas demandas y la recuperación insuficiente. Meijman y Mulder, desde el Modelo de Esfuerzo-Recuperación (1998) señalan que éstas son reversibles en caso de disponer de suficiente descanso. En caso contrario, pueden promover fatiga y convertirse en un riesgo de absentismo e incapacidad laboral.

La necesidad de recuperación es un indicador del inicio de fatiga (Sluiter, Frings-Dresen, Van der Beek y Meijman, 2001; Zijlstra y Sonnentag, 2006). El descanso insuficiente puede llevar a un ciclo vicioso en el que se necesite invertir un esfuerzo extra de vuelta al entorno laboral para mantener un desempeño óptimo. La dificultad en desconectar tras el trabajo se relaciona con problemas de sueño que, a su vez, incrementan las demandas al día siguiente, acumulándose en este proceso (Akerstedt, Kecklund y Gillberg, 2007). Es más, estos trabajadores pueden tener parámetros cognitivos más elevados al final de la tarde, que promuevan el inicio de pensamientos rumiativos (Cropley, Dijk y Stanley, 2006), sumándose a esta constelación de indicadores.


Ver editorial original en: www.prevencionintegral.com